martes, 24 de abril de 2012

MI OPINIÓN SOBRE LA COLONIZACIÓN AMERICANA





La colonización tuvo un balance tremendamente negativo para los pueblos de América, pues destruyeron su cultura, pisotearon sus creencias y desarticularon todo su proceso de desarrollo.


A pesar de algunas cosas positivas como el idioma que nos dejaron, se puede decir que los grandes beneficiados fueron los españoles y el continente europeo en general.

Una posición frente a la invasión española:
El 12 de octubre 1492, Cristóbal Colón llega a Guanahani (isla San salvador) iniciándose la invasión europea a la América. El continente de América conocido como “Abya Yala”(1), ya había sido descubierto y conquistado, por los miles de pueblos originarios, asentados desde milenios a lo largo y ancho de dicho continente.

En su primera fase el colonialismo delincuencial europeo financió campañas de saqueo y exterminio de las poblaciones autóctonas de América, camuflado de cristianización de los idólatras y muerte a los gentiles.

Que los mismos curas españoles de la época de la llegada de Colón y que fueron testigos del exterminio indígena nos lo describan:

El fray Bartolomé de las Casas en su libro la destrucción de las indias dice:

”Los cristianos con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no abrieran las barrigas y hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos.

Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas.

Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas.

Otros, daban con ellas en ríos por las espaldas, riendo y burlando, y cayendo en el agua decían: bullís, cuerpo de tal; otras criaturas metían a espada con las madres juntamente, y todos cuantos delante de sí hallaban.

Hacían unas horas largas, que juntasen casi los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro Redentor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los quemaban vivos.

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