La colonización tuvo un balance tremendamente
negativo para los pueblos de América, pues destruyeron su cultura, pisotearon
sus creencias y desarticularon todo su proceso de desarrollo.
A pesar de algunas cosas positivas como el idioma que nos
dejaron, se puede decir que los grandes beneficiados fueron los españoles y el
continente europeo en general.
Una posición frente a
la invasión española:
El 12 de octubre 1492, Cristóbal Colón llega a Guanahani
(isla San salvador) iniciándose la invasión europea a la América. El continente
de América conocido como “Abya Yala”(1), ya había sido descubierto y
conquistado, por los miles de pueblos originarios, asentados desde milenios a
lo largo y ancho de dicho continente.
En su primera fase el colonialismo
delincuencial europeo financió campañas de saqueo y exterminio de las
poblaciones autóctonas de América, camuflado de cristianización de los
idólatras y muerte a los gentiles.
Que los mismos curas españoles de la época de
la llegada de Colón y que fueron testigos del exterminio indígena nos lo
describan:
El fray Bartolomé de las Casas en su libro la
destrucción de las indias dice:
”Los cristianos con sus caballos y espadas e
lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades extrañas en ellos. Entraban en
los pueblos, ni dejaban niños y viejos, ni mujeres preñadas ni paridas que no
abrieran las barrigas y hacían pedazos, como si dieran en unos corderos metidos
en sus apriscos.
Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada
abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete o le descubría
las entrañas.
Tomaban las criaturas de las tetas de las
madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas.
Otros, daban con ellas en ríos por las
espaldas, riendo y burlando, y cayendo en el agua decían: bullís, cuerpo de
tal; otras criaturas metían a espada con las madres juntamente, y todos cuantos
delante de sí hallaban.
Hacían unas horas largas, que juntasen casi
los pies a la tierra, y de trece en trece, a honor y reverencia de Nuestro
Redentor y de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego, los quemaban vivos.